Parece que el anís haya quedado relegado a su utilización exclusiva en el carajillo, su botella como instrumento musical improvisado en los villancicos navideños, o las elaboraciones en cocina

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No hace mucho, antes de hacer este artículo, pregunté a un chaval de unos 20 años si sabía que era el anís y me contestó «esa bebida de viejos». Uno de sus amigos que tomaba carajillos de Marie Brizard no sabía que esa bebida en concreto estaba hecha de anís «como sabe a regaliz». Ya entre risas, salió la botella de anís del Mono y la cuchara para «tocar» junto a la pandereta y sin zambomba porque no saben que es.

Bueno… las tendencias y el rango de edad hacían difícil las contestaciones, así que cambié de perfil e hice preguntas a personas de entre 40 y 60 años y, al cambiar de perfil, las respuestas y los conocimientos también cambiaron. Fue curioso, como hubo un denominador común en el que, más de una de esas personas habían vivido en primera persona una mala experiencia llamada resaca tras una noche con el anís como compañero de juerga. Solo. Con hielo. Con hielo y agua. Como aperitivo. Como digestivo de sobremesa. Con café o a chupitos y a palo seco. En un momento u otro, han bebido anís.

Las bebidas de anís, en lo que a materia prima se refiere, se suelen hacer con varias variantes: la Pimpinella Anisum, anís, anís verde o matalahúga, el Illicium Verum, anís estrellado o badiana e incluso, hinojo o regaliz, por su coincidencia con el anetol que es el compuesto aromático característico que incluye a todos en la misma familia.

Pimpinella Anisum

También existen diversos tipos de bebidas, en lo que al proceso se refiere, elaboradas con anís. Lo más común es el licor de anís, aunque también hay destilado, aguardiente o fermentado de anís. Y en otro artículo ya trataremos las diferencias de todas estas bebidas y que injustamente se meten todas en el mismo saco. Pero no. Cada una de ellas es diferente.

Dependiendo del proceso de elaboración y de la cantidad de azucares puede catalogarse de seco, dulce o anisado. Y he dicho dependiendo del proceso porque normalmente el dulce es un licor y el seco es un destilado o aguardiente.

También, dependiendo de donde se elabore y con qué ingredientes añadidos, puede recibir un nombre u otro. Quizás uno de los más famosos sea el Pastís y sus variantes con o sin ajenjo, o con o sin regaliz, muy popular en Francia. La absenta también muy popular por sus propiedades místicas. En Colombia, se hace un aguardiente de caña como base al que se le añade anís y que es popularmente conocido como Antioqueño, aunque hay muchos más dependiendo de la región.

Italia tiene la sambuca que suele tomarse al final de las comidas como digestivo (y como muchos otros anisados por sus propiedades carminativas propias del anetol). En Turquía está el Raki. En Grecia el Ouzo. En países de Oriente Próximo se llama Arak y se toma con agua o té. En Bulgaria el Mástika. Y por supuesto no me he olvidado de España.

Aquí en España, probablemente, las bebidas de anís más conocidas sean el anís elaborado en Madrid, en Chinchón, el Anís del Mono de Badalona o el Anís la Asturiana. El Ojén y «su copita» de Málaga. Pero el que más me llama la atención es el elaborado en la localidad sevillana de Cazalla donde elaboraban solo el anís seco y de alta graduación. Si a las 7 de la mañana te tomas una Cazalla de 60º es fácil que se te quede la voz un poco ronca o voz «cazallera».

Publicado en VINETUR.COM

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